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El teatro según Malgorzata Hajewska-Krzysztofik

lukasz-zarneckiLukasz Czarnecki nos comparte esta charla con la reconocida actriz polaca, profesora en la Escuela de Teatro en Cracovia. Una experiencia y una visión en tiempos de sobrevivencia del teatro.

 

 

 

Expresar sólo su interior. Sobre Małgorzata Hajewska-Krzysztofik

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Por Łukasz Czarnecki

 

Małgorzata Hajewska-Krzysztofik saca el cigarro, pide café latte para levantar el ánimo porque apenas salió de las pruebas de Platonov de Antón Chejov. Será la première en Scena Kameralna de Stary Teatr. Ella nació en 1965 en un pueblo pequeño: Sosnowiec en Silesia. Fue la actriz del Stary Teatr (El Teatro Viejo) de Cracovia (Polonia), una de las actrices de teatro más características y más interesantes en Polonia. Recientemente se integró al equipo de Teatr Nowy bajo la dirección de Krzysztof Warlikowski.1

Su encuentro con el teatro comenzó con las obras de Witold Gombrowicz (1904-1969), el autor de «Ferdydurke», una novela sobre Józio, un hombre que se regresa en la máquina del tiempo al periodo de la prepa, donde en su proceso de socialización no solo están las influencias externas sino también de «auto-observación». Bruno Schulz consideró que Ferdydurke es una de las obras más significativas de los años treinta, donde el autor analiza «la forma, el estilo y la máscara» del hombre y aconseja «entrar en el niño», que cada uno tiene adentro. Para Schulz, «Gombrowicz muestra que todos los motivos básicos y generales de nuestro comportamiento, toda navegación bajo la bandera de los ideales, no expresa a nosotros mismos verdaderos y complejos, sino siempre un pedacito de nosotros mismos, accidental e irrelevante».2

¿Quién soy? soy yo mismo o el reflejo del otro. Volverá al tema después de muchos años en sus «Diarios». Escribía: «El lunes – yo, el martes – yo, el miércoles – yo, el jueves – yo. ¿Quién es este yo? Mas adentro de este bosque, hay menos yo y más entrehumano«.
Para Malgorzata, la obra de Gombrowicz que más significado tiene es «La princesa Iwona de Borgoña». Esta obra trata sobre la princesa que nunca dice nada, además todos se ríen de ella. «La princesa Iwona» es la obra de Gombrowicz que impactó muchísimo a Hajewska-Krzysztofik. De ahí el gesto, la mirada, sin palabras, sin decir el texto. Después, dirá: «Ni podía hablar con familiares. Sólo quería hablar sobre el teatro. Me fascina Gombrowicz, sobre todo Ferdydurke y sus cuentos».

Gracias a los destacados directores de teatro como Jerzy Stuhr, Krystian Lupa, Mikolaj Grabowski, Jerzy Jarocki, Jerzy Grzegorzewski, Peszko, Kossakowski, Golinski, Krzysztof Warlikowski el teatro se convirtió en su pasión. Trabajar con cada uno de los directores de teatro fue fascinante: «Ya no pude salir del teatro. ¿Cuántos colores puede tener el teatro? Múltiples».

¿Qué es la realidad y la ficción? Confiesa: «Jerzy Grzegorzewski fue el director que descubrió ante mí el mundo para crear formas. La obra fue Dziady. 12 improvisaciones. También volví otra vez a Iwona».
El siguiente periodo que le marcó la vida fue el trabajo con el director Krystian Lupa, a quien le fascinaba sacar todo un jugo psicoanalítico de las obras de un austriaco Thomas Bernhardt. Así montaron El Kalkwerk con el papel inolvidable de Hajewska-Krzysztofik, la mujer infeliz en silla de ruedas. También presentaron Hermanos de Bernhardt. Actuó en la obra Factory. Dice: «Bernhardt todo tiempo lo tenemos en el Teatro. Las palabras siempre son las mismas, pero esa obra siempre vive. Esas obras de teatro se podrían siempre presentar, si todos estuvieran vivos». Después comenzó trabajar con Krzysztof Warlikowski: mi fascinación comenzó con «Bahamantki».
¿Cómo es el momento previo a salir en escena? «Eso comienza mucho antes, cuando uno escucha la entrada de la gente, las conversaciones y cuando entran y se sientan en las butacas. Es emocionante. Porque el teatro es un encuentro. Sueño de una noche de verano de Shakespeare es una obra de varios niveles de encuentro. Hajewska dice que fue una de las obras que le impactó mucho. Primero, fue una interpretación inspirada en Pina Bausch. Después, destaca la experiencia con la directora del teatro Maja Kleczewska, donde tuvo el papel de Titania e Hipólita al mismo tiempo: «Me encantaba ese papel y esa obra». Dice que cuando el público es indiferente, es la peor sensación en el teatro.

Se desempeña como profesora en la Escuela de Teatro en Cracovia y dice que lo más emocionante es cuando uno está en escena con sus ex alumnos. Es un encuentro inolvidable. Entonces tengo la sensación de que el encuentro durante el tiempo de escuela fue muy bueno. A veces no se logra eso, pero cualquier experiencia es enriquecedora. Recientemente se integró como actriz al equipo de Teatr Nowy en Varsovia .

Los mejores autores que enseña son Witold Gombrowicz, Janusz Korczak y de los personajes femeninos María Skłodowska-Curie, aunque ella no escriba teatro, pero para Hajewska es la mujer del arte. Hajewska-Krzysztofik tiene una sensibilidad extrema y el teatro es la puerta para expresarse. Una vez -cuenta-, cuando estaba caminando en la Escuela de Teatro, recién había sido admitida como actriz del Teatro Viejo, me encontré con Anna Polony, una persona con mucha más experiencia, quien me comentó que yo no digo ‘buenos días’. Yo no dormía toda la noche. Además, estaba llorando, gritando, ya estaba embarazada. El día siguiente, comencé buscar a Señora Polony donde daba sus clases, ella esperaba en las puertas, y le dije: le pido una disculpa, yo no tenía nada malo en la mente, tal vez le dije ayer en un tono de voz demasiado bajo ‘buenos días’. Y Polony me contesto: ¿qué te pasa? Polony no recordaba absolutamente nada. Yo estaba en shock. Yo casi quería suicidarme por no haber dicho ‘buenos días’ con una voz suficientemente alta, porque sentía adentro que me comporté muy mal y ella, ni siquiera se acordaba de la sombra de lo ocurrido.

Ella tiene el papel de Siergiei en Platonov. Está agradecida con el director ruso, Bohomolov, quien preparó la obra en El Teatro de Cracovia, "porque no hay esto lo que siempre se considera en Chejov: los personajes vestidos en blanco y la obra en el sentido de tiempo que pasa, pero con Bohomolov no; aquí las mujeres tienen papeles de los hombres y viceversa, porque se juegan sólo con el interior, lo demás es indiferente». Un pedacito descubierto, diría Gombrowicz, todo lo demás -ser hombre o mujer- una forma o mascara.

1.   Gombrowicz, Witold (1938), Ferdydurke,

2.   Schulz, Bruno (1998), «Ferdydurke», en Opowiadania i wybór esejów i listów, Wrocław-Warszawa-Kraków: Zakład Narodowy imienia Ossolińskich, p. 404.