Caramanta. Robinson Quintero Ossa

robinson-quinteroRobinson Quintero Ossa, poeta, ensayista y periodista colombiano, nos ofrece una selección de sus poemas en prosa.

 

 

 

Caramanta
Robinson Quintero Ossa

 

El miedo

1

Para el miedo que cierra la noche, la memoria de la lejanía. Para el aguacero del zarzo, la fábula del pájaro de tres alas. Para el silbido de los fantasmas, la cruz de sábila y sombra. Para el silencio de las puertas, la música aduendada y la ventana. Para la intemperie oscura, la imagen del guayacán de flores blancas.

2

Al alba, cuando me olvido al sueño, espantan murmullos tras las ventanas, alucinan mujeres peinando sus cabellos con agujas. Al alba, la ventana miedosa mira el amanecer, el silencio que la vigila de los pájaros.

Los que viven en los retratos se ahorcan con la luz de las hendijas.

 

La tempestad

Voces que cuentan historias en torno a una mesa de comedor, junto a una imprecisa luz, hasta la alta noche sin dormir. Distingo entre ellas –muy medida en la penumbra– a la más serena: voz de suaves acentos que dice sus hablas más claras.

 

Cimas

Para Milcíades Arévalo

En un cuento corto de andanza, por días más claros que el agua más clara de las fincas, voy yo, la cabeza en alto, el paso firme sobre las tramas de la hierba, saltando cercas y alambrados, trepando lomas hasta las trochas de los voladeros –cuando se distinguen abajo, sobre la anchura de las corrientes, los charcos de aguas brillosas, y en la pendiente, los senderos de Caramanta–, voy en este cuento corto de andanza hacia donde alcanza el empinado el firmamento, lejos de sombras y nublados, para sentarme en las salientes de las cumbres, para hablar la luz más alta de las cordilleras.

Cimas de elogio: pastos y cielos.

 

La noche más corta

La casa levita el aliento dormido de las cosas, en el sosiego asienta sus cansados bordes. La casa encierra todo lo que aduerme, rendida en los umbrales del patio, inclinada por el peso de las tejas, arrimada a los muros. La casa sosiega con sombras las sombras del jardín, ajusta con sueño las puertas y se echa en su quicio de silencio.

–Despierta–, me dice. Y lentamente regreso.

 

Ataúd

Ante el espejo del baño, la dedicación que ponía en cortar con la tijera los pelos que tupían su nariz. Durante largo rato tanteaba su apariencia en el cristal empañado, después de cortar, después de pulir en lo mínimo, hasta comprobar que todo estaba en su sitio.

 

Bañista

La tía desnuda en el baño, por la puerta entreabierta, se muestra, y yo no debería permanecer ante la hendija. Pero en el chorro sus nalgas brillan en un extremo de lo blanco y, mientras las mece, ciñe el agua.

Por los corredores de la casa merodea alguien –tal vez me sorprenda–. Pero en el baño la tía se descubre para que vea cómo abunda, en la luz de la entrepierna, el vello.

De pronto me apunta con sus ojos: prueba que sigo, tras la puerta, mirando.

 

Pesadilla

Otra vez escucho al alba por todos los locales de la casa el chillido del novillo desde los muros del matadero. El chillido atraviesa el solar, irrumpe en los corredores, embiste puertas y ventanas, asalta el cuarto.

Esta madrugada, sin embargo, no distingo si el estruendo viene desde los patios de la carnicería, o es otra vez un sueño.

 

La anciana

Primero desconoció las voces más cercanas, los rostros seguidos en la luz. Después erró el camino a los patios, y si iba en sentido al comedor tomaba el camino a las albercas, de donde volvía perdida en entresijos.

Habló del agua, que le supo limpia, en una palabra perdida.

Tras los muros, en los balcones, por las ventanas, en las alcobas oscuras donde se dicen los nombres de los muertos, olvidó las horas, barajó los días con las noches.

Y confundió los olores, así que, al aroma de las siemprevivas en las vasijas le asignaba el del laurel. Y erró también los sabores, que desaprobaba con sus comisuras resecas.

Al mediodía o en la alta noche, las mujeres gritaban: "¡Madre, otra vez se hizo encima!". Y el trajín a prisa por la casa.

 

Aparición

En una pausa de la conversación en la cocina, alguien señaló que una sombra pasó por la puerta hacia los cuartos. Todos nos contemplamos en la media luz, azorados por la imagen de un espanto desandando corredores y piezas. "Tal vez equivocó el camino, tal vez saltó por los muros del patio", dice la madre después de avistar en la oscuridad. Yo temo que todavía acecha por los bajos de las camas, por los guardados de los armarios o en los retiros de las puertas.

Hacia los cuartos de la casa, con la penumbra de la tarde, buscando no sé qué escondite, pasó una sombra.

 

Oquedad

Sentado en el quicio de la puerta que sale al patio a escuchar el mundo, oigo el canto del pájaro tambordes de un cerro de hierbas.

 

Baile

Ya casi medianoche, en la alcoba de puertas entornadas –sin que crean ser vistas–, las hermanas bailan con las batas blancas de tiras azules, las batas de finos prenses que rodean sus cinturas, las suaves telas que insinúan sus hombros y sus pechos.

Las prendas bordadas con menudas filigranas que las ciñen y desciñen, que las transparentan.

 

Descampado

Desde las luces del solar, hacia los cortos de las barandas o por los alambres del patio, un pájaro agorero: por los corredores merodean rostros que se reconocen en espejos de otros días, en lunas y retratos. La habitación es sombra. Sombra es mi rostro, mis manos. Miedo tengo bajo la lengua.

En la oscuridad de la casa creí escuchar un pájaro sombrío.

 

Neblina

Miro entre la neblina y de pronto, un árbol de naranjas asoma en el patio, un pájaro sueña en los miradores del muro, un caballo corre el silencio y la distancia,

                       un caballo solo por las lomas del viento.

 

En el solar

La palabra canto la aprendí del viento soplando en las bocas de las guaduas.

 

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Róbinson Quintero Ossa
Robinson Quintero Ossa (Caramanta, Colombia, 1959). Poeta y ensayista. Licenciado en Comunicación Social y Periodismo por la Universidad Externado de Colombia. Autor de múltiples libros de poesía y ensayo, entre ellos  la compilación de Colombia en la poesía colombiana: los poemas cuentan la historia –Premio Literaturas del Bicentenario del Ministerio de Cultura– (Editorial Letra a Letra, 2010) y Libro de los enemigos –Beca de creación artística–Alcaldía de Medellín, 2012– (Editorial Letra a Letra, 2013). Libros de periodismo literario: 13 entrevistas a 13 poemas colombianos [y una conversación imaginaria] (Fundación Domingo Atrasado, 2008; Letra a Letra, 2014) y El país imaginado: 37 poetas responden (Editorial Letra a Letra, 2012). Con el músico y poeta Fernando Linero conforma la agrupación musical El poeta canta dos veces.