Teoría de cuerdas. Karen Villeda

karen-villedaCompartimos un fragmento del poemario Teoría de cuerdas, obra ganadora del Premio nacional de literatura “Gilberto Owen” 2018, de Karen Villeda. Teoría de cuerdas es un poema narrativo que nos abre el mundo de «la angustia, la locura, el temor y la melancolía», en palabras de la autora.

 

 

 

Acerca la cuerda

a algo o a la distancia de algo,

ese algo y la distancia de alguien, alguien ensimismándose en algo,

algo que se está apretando

contra alguien o algo

o ella o lo que se cuelga de ti, algo, alguien, tampoco un recuerdo

aunque su rapidez

es de alguien,

acaso alguien y ella, ella de improviso o algo que se pierde entre una cuerda: alguien

que es algo.

 

 

      1. A ella la encontraron con una maraña de sus rizos entre los dedos.
      2. Algo o la distancia de algo. Alguien y una cuerda y, y, y unos dedos que la prueban.  Su materialidad ni tan única.
      3. Un pinche conjunto de hilos o algo.
      4. Algo y alguien busca una definición. “Los hilos formaron un solo cuerpo con ella.
      5. Fue tan flexible esa cuerda. Se ataría y “es como si estuvieran tocando la puerta donde ella se ahorcó”.
      6. “Una cuerda también sirve para jugar”. También sirve para atarla a ella, para suspender su peso. Salta y resalta.
      7. Es un hilo también. Hay un sonido que produce por vibración. ¿Cómo habrá sonado ella en lo último?
      8. Esto es lo que dice un diccionario: “f. En los relojes de péndulo, cada una de las cuerdas o cadenas que sostienen las pesas”.
      9. Una cuerda también es una sucesión.
      10. Una cuerda también es una medida. Y una talla. Y un conjunto de personas: cuando decimos que “son de la misma cuerda”. ¿Y ella?
      11. Algo y alguien, ella y su cuerda. O una línea de arranque.
      12. El mismo diccionario señala lo siguiente: “f. Fís. Objeto unidimensional básico en la teoría de cuerdas”.
      13. Todo es femenino hasta ese segmento recto que la unió a ella con la muerte.
      14. No quiero hablar de la música. Escribir aquí “instrumentos de cuerda” es un lugar común. Pero es que ella se la pasó cantando esa canción un día antes.
      15. Una cuerda también puede ser un tendón. O un nervio. O un ligamento. O algo. Algo que la mató.
      16. “Ella le dio cuerda”.
      17. ¿Cuál de todas las cuerdas elegiría? Una cuerda de presos. Cuerda dorsal o el notocordio. Una cuerda falsa. En cuerda floja. Una cuerda sin fin.  Cuerda vocal.  Tormento de cuerda. Trato de cuerda también. Bajo cuerda. Contra las cuerdas. Echar una cuerda contra ella misma. Una cuerda sin cordura.
      18. Algo, alguien y algo como simplemente una cuerda.
      19. Un pinche conjunto de hilos que la mató.

 

*

“Ella nació un 19 de agosto de 1962. O 1963, no recuerdo”.

“Que la encontraron con los cabellos arrancados”. “¿Ya muerta?”.

“Dicen que se arrepintió”.

 

Algo o la distancia de ella.

¿De ella?

De la cuerda.

 

¿Entonces?

 

Algo es lo que nos lleva a creer que había algo más en ella. Algo más, sí.

Algo como un instante no sometido.

Algo como una expectativa.

Algo como ella que era algo y no esa cuerda.

Algo y no un cuerpo enterrado

(tan lejos de la cripta familiar porque hay muertos de los que no debemos hablar).

Algo como ella que es algo y no este sentido lúcido.

Algo como esta sensatez y su posterior derrota.

Juego entonces con las horas de su nacimiento y me enfoco en la fecha.

¿Un destino que sería diferente?

Algo persiste. Algo que es alguien.

Una parsimonia de manos. Una muertita.

Los dedos degustando la cuerda. Dicen que.

Lo que habría sido ella. Lo que habría sido de ella.

Cómo es que esa cuerda se le fue.

Se le fue de las manos.

 

Para hablar de ella y, y, y la cuerda,

haces una teoría de las emociones:

No hablaba con ella.

Tampoco de ella.

¿Cómo eres tú en relación

a lo que presentas de ella?

Nuestros padres estaban impedidos para relacionarnos.

Su tez era distinta.

Sus maneras también.

Ella en general.

 

 

 

Sigue viva (una suposición). Sigue tan viva. Una suspicacia. Nervios en reposo.

Algo, entonces. Un alguien. Alguien. La esperanza es un lugar despiadado. Pero le colocan tierra. Tanta tierra.

La colocan (verbo, ella) sobre la tumba. Era también una lesión futura.

Una incomodidad marcada.

Yo crecí con su nombre.

Me llaman y se me desprende la retina

porque ella cuelga de mí.

Ella es una de lo que yo pude haber sido.

A los dos meses de mi nacimiento, ella murió.

Antes de que yo naciera, mi madre le preguntó lo siguiente:

“¿Le puedo poner tu nombre?”.

Ella dijo que sí.

 

¿Quién atentaría contra sí?

¿Y contra mí?

 

Alguien recuperó los diarios.

Los primeros años no están a nuestro alcance. Nadie la recuerda ya del todo.

 

Las memorias se han falseado.

Los culpables son los que pueden,

pueden inventarla a ella.

 

“Tal vez la expulsaron de la infancia como a ti”.

Eras una niña. No algo, ni alguien.

Esa niña, entonces, hace una deferencia.

Un gesto inocuo (por no decir, casi apto), falsamente estúpido,

para tener que sobrevivir

a las mentiras de la familia.

“Esto también está para morirse”

 

Es de ahí, con ellos, que deviene el hambre (esta hambre feroz). Estas cosas son algo. “Ella no estaba.”

“Ella no era.”

 

Se fue, pero no fue aquí.

 

“Y es que para lo que hizo ella hay que rezar muchísimo o terminan en el purgatorio.”

 

Pero sí. Sí era una contradicción.

Decir un “sí”.

La voz debilitándose.

“Di mi nombre.”

“Di que eres ella.”

 

Esa locura de matarse.

Esa locura es para matarse.

 

“Dicen que la encontraron muerta”.

“Dicen muchas cosas que no son ciertas”.

 

*

A veces, la rabia es elemental. No. Hay una ira sofisticada. Una elaboración de las emociones que no puede deslindarse de lo maniobrado, lo pensado por ella. Ella quiere ser primitiva, pero piensa demasiado en sí misma. ¿Quién era entonces? No. Este libro no te dará vida. Este libro no podrá devolvernos a ese sitio de ráfagas y descontentos. Este libro no remojará tu nombre. Este libro no te levantará de la tumba. Este libro no te sedimentará más. Este libro no te recreará. Este libro no te hará escapar de la angustia. Este libro no es para ti. Este libro no es. Este libro no. No. ¿Cuánto nos cuesta llevar a término una idea? ¿Cuánto nos cuesta terminar? “No dejes las cosas a medias”, me dijeron. Una resonancia en mi cabeza. Una exasperación. La estás interrumpiendo. “La melancolía es la dicha de estar triste”. Es una melancolía para los buenos. “Para los ángeles como ella que te están viendo desde el cielo”. Y tú y, y una tristeza sin causa. ¿La tristeza debe tener una lágrima? No hay lágrimas más desperdiciadas que las tuyas. No. “Escribirlo es derrotarla”. Reviso sus diarios. Una serie de anotaciones llaman mi atención. Están fechados en octubre. Es un recuento de lágrimas. O de lo que quisieran llamar así. De esa manera para justificarse entre todos. No.

 

¿Cómo materializar una muerte?

¿Cómo decirle que no a una muerta? Pero sí.

 

*

Esta niña se asoma al precipicio. Le causa fascinación. Encuentra que la muerte es un proceso etéreo. Encuentra que la desaparición es lo que causa furor. No, no repitas lo que encuentra. Cambia entonces la historia. Esta niña se reimagina como un saco de huesos, callada, desdentada, el cabello le crece hasta enredarse en los tobillos (hueso sacro), donde se unen el pie y la pierna. Tal vez el único lugar que no ha sido profanado. Ella cava su propia tumba. Te lo tienes que tomar con literalidad.

  

*

“Basarás todos tus actos en lo melancólico”, le dijeron cuando leyeron la palma de su mano.

 

*

      1. El goce de la vida o el sufrimiento inaccesible de la muerte. ¿En qué sentido se desmontan en un texto como éste, que es sobre ella?
      2. Ella tiene que escribir acerca de romantización del suicido en tres poetas mujeres y la amenaza latente en ella misma.
      3. Dame tantita luz.
      4. Ella siente desconfianza del trabajo. Reticencia. Vacilación. Sugerencia.
      5. Dame tantita luz cristalina.
      6. Lee entonces en una onceava página que “more naked and brutal frontal attacks of her mature work”.
      7. Pero no le hace falta precisión y oído. ¿Hay una serie de fuerzas oscuras? Ella, la anterior, intentó suicidarse a los diecinueve años. ¿Fue una ineficiencia? “Es una    verdadera obscenidad lo que hizo”.
      8. Dame tantita luz cristalina y de rara elegancia.
      9. De acuerdo a ciertas estadísticas (obviamente no son todas), somos demasiado mortales. Pero ella era más que demasiado mortal. Ella es más. Porque sigue aquí colgada de mí.
      10. Heredé su nombre.
      11. También heredé su sitio y los sitios. El asiento en una cocina, policromada, en una cocina, en los mosaicos blancos, en una cocina, unos callos, en una cocina, papaya con   azúcar, en una cocina, ojos echados para atrás.
      12. Me pregunto quién habrá limpiado la sangre que yo me imaginaba cruzar y si fue un trazo limpio o un destajo.
      13. Dame tantita luz cristalina y de rara elegancia y, y, y la sangre de ella.
      14. Escribe y no se entiende. “Escribe el libro negro de ti. El libro negro de tu individualidad.”
      15. Dame tantita luz cristalina y de rara elegancia y, y, y la sangre de ella que está en lo críptico.
      16. Ni siquiera las dolencias se expresan de una manera asertiva. ¿Existirá una asertividad del dolor? ¿Un enfoque del duelo que sea novedoso? Un sentido clínico. Pero es que estás hablando de autohomicidio.
      17. Dame tantita luz cristalina y de rara elegancia y, y, y la sangre de ella que está en lo críptico y, y, y una pluralidad de dolores.
      18. Dame tantita luz cristalina y de rara elegancia y, y, y la sangre de ella que está en lo críptico y, y, y una pluralidad de dolores. Dame un solo nombre, el suyo.
      19. Dame.

 

*

Él confiesa algo: “No me hablaba con mi hermana”.

 

Ella murió a los veintitrés años.

Si la edad es una distancia, ¿entonces hay un algo?

Algo que es aquí, algo que requiere una acción.

Alguien que es ella. Mi ella. Algo, o su distancia.

El minuto se solidifica.

No.

El tiempo se solidifica en un minuto. No. Un minuto sólido. Eso es genuino.

Él cumple años el Día de la Prevención del Suicidio. Él cumple años y ella en su tumba,

una hija muerta, una madre muerta, una hermana muerta, una ella muerta, un pasado muerto, un presente muerto,

un futuro muerto, un algo muerto.

 

Alguien ha muerto.

 

*

“No puedo creer que él ha regresado. Trae en sus manos la memoria de ella. Un padre, dos padres. Un padre ausente. Una madre delirante. Una madre en el duelo. La cabecilla para el espanto. Pudiera figurar que es colgarse. Yo lo hubiera hecho también.”

 

Nació un 19 de agosto. Yo hago las preguntas. Ellos me hablan de una carta astral. Yo la buscó en línea. No hay rastro. Rehago las preguntas. Voy a los archivos. Nadie espera. Pero me estoy cargando. Nadie responde. Nadie tiene una pregunta, entonces. (Si es que acaso tienen alguna pregunta). Una isla negrísima o no. Un punto negrísimo. No. Reformular. Buscar su nombre en los navegadores. Darme cuenta de que aparece el mío, el apellido. Y que existe, en un perfil falseado. ¿Será una mala broma? Nació un 19 de agosto. Nadie quiere decir su nombre. Nadie quiere pronunciarlo porque es un rito. “Y si vuelve se va a colgar de ti y te llevará con ella”.

 

Dicen su nombre todo el tiempo porque hablan de ti.

Pero me están llamando.

A mí.

Como si el nombre cambiara porque es mío.

 

*

Algo o alguien que se escuda,

que no reocupa,

que es un momento en blanco,

esa lámpara tardía, una juventud insospechada, espontánea.

Un vaso blanquísimo de plástico.

Un vaso que ha perdurado

y está decorando mi escritorio.

Algunas flores para la muertita. Le han dicho. La muertita.

 

*

Ella desapareció. No se tiene registro. Hablar con los hombres ensombrecidos. Hablar con las mujeres grisáceas.

Hablar, hablar así, hablar le dijeron.

 

¿Cómo nombran a esa mujer como alguien muerto? Algo es algo.

 

Es que el mundo debería terminarse.

Algo o alguien.

 

El mundo debería.

“Es que hay tantas cosas”.

Algo y alguien.

 

*

Se lo dijeron en terapia. “Es que no tiene que ponerle ese nombre”. ¿Ahora cómo la llamarán? ¿Qué otro nombre le pondrán? Yo me pregunto si alguno me daría más vida.

 

*

La abuela ha muerto. Es distinto a cuando muere el padre de la suicida. Él no guardo la nota. Ni los periódicos. Ni nada. Nada de nada. Ella, la madre, estaba aferrada a una nota. Escrita en una hoja a raya ancha. “Papito, mamita, dios, perdónenme.” Papito primero, mamá después. Todo antes que dios. Y ese dios en minúsculas. Por supuesto: No sabe del todo que dice la nota. Mamita o mamá.

 

*

“Un diablo bueno vive en mi cabeza” “Él me dice que deje.”

“Porque es buenito”.

 

 

Karen Villeda (Tlaxcala, México, 1985). A la fecha, ha publicado cinco poemarios, tres libros de ensayo y dos libros para niños. En 2015 participó en el Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa y en 2018 fue Escritora Residente del Vermont Studio Center. Ha merecido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Literatura «Gilberto Owen» 2018, el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario “José Revueltas” 2017, Premio Nacional de Poesía “Clemencia Isaura” 2016,  Premio de la Juventud de la Ciudad de México 2014, Premio Bellas Artes de Cuento Infantil «Juan de la Cabada» 2014, Premio Nacional de Poesía Joven «Elías Nandino» 2013, Primer Premio de poesía de la revista «Punto de Partida» 2008 y IV Premio Nacional de Poesía para Niños «Narciso Mendoza» 2005. Ha sido becaria de la Pollock-Krasner Foundation, la Open Society Foundation, la Fundación Ragdale y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.En POETronicA (www.poetronica.net) dialoga con poesía y multimedia.  Parte de su obra digital forma parte de la Electronic Literature Collection del Massachusetts Institute of Technology.  Es editora titular de Este País.