Hombre frente a playa con estola. Luis Aguilar

luis-aguilarLuis Aguilar, poeta mexicano, cuya obra fue galardonada con varios premios, entre otros, el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen (2015), nos ofrece una selección de sus poemas en prosa.

 

 

 

Hombre frente a playa con estola
Luis Aguilar

 

Mármoles con nublazón discorde

Temblor de mármoles mis huesos. Un centenar de albatros no es discordancia: es su nublazón abierto. [Arriba estruendo el mar. Los ojos cielo abajo] No queda sino el sismo [cruzar los dedos sería un despropósito]: atrocidad irrecusable a la mala suerte. Rotundez tanto derrame, tanta sangre: bajar la vista no sirve de metáfora: el mar es un sombrío espejo, donde alguien baja las cortinas a la tarde.

 

Hombre sin parasol armando rompecabezas

¿Sabías acaso, acertijo con flama de muchacho, en qué palabra reposaba [exhausta ya] mi espera? En un rompecabezas de momentos ¿podrías trazar mis ojos, cisne absorto, deambulando [como estabas] en la nostalgia de futuro?
         Para correr bajo las sombras de los árboles, bajo sus copas protectoras, no sirve [ni relativizado] mar de solana en la cabeza. Sirve un parasol, quizá. Tal vez mi bizarría; su cúmulo de aliento que ve caer mis senos. [Si alzo la mano apenas es porque a la palabra comprender no le basta deletrearse]     : no asomaría mi permanencia en el escaso viento de tus labios.
         A solas cortejaba tus espantos, mas amar es asombro múltiple. [Soliloquio es torbellino suficiente            : vestíbulo a la insania]. Y en medio de otras voces, mientras estuve sola, el otoño reptaba sibilino. ¿O acaso tú [lego en desamparos] bastabas a mi aliento en agonía?
         La ingenuidad [ropaje de torva indiferencia] sirve de poco a la mano en alto. Insuflan mi estertor otras andanzas       : certeza amarga de haber perdido el juego.

 

Tragaluz con ojos mate

Bajo el tragaluz, el mate espesor de dos miradas. La noche bruñe cavidades soledosas. Silente, en el buró provenzal de lilas [bajo una lámpara de caniquí], fotografía de ojos exánimes

: tiempo detenido bajo el techo.
: techo ramificado por las grietas.
: grietas haciendo túneles mi cuerpo.

         Abrirse las constelaciones no incita expectativas. [Tampoco este taciturno simulacro de que no pasa nada.]

 

Balcón ansioso con mujer al fondo

Una piedra [más próxima que certera] sangró mi muñeca al subirse la ventana. Estampó un letrero de gotas bermellón que anunciaba alquiler. Pocos acarician esta forja. Dicen que hay un fantasma cascándoles los ojos. De balaustre en balaustre exploro un accidente, la piedad de un balcón de quinto piso.

                  [El cuchillo es un cobarde.]

 

Paloma roja con cuchillo

Cedieron espacio los canarios en el orfeón de los misales. Llegaron los córvidos a picotear el canto: rompieron cimientos, tapiaron atanores. Hicieron, de un capitoné, nido de gris botonadura.
         De la paloma sobre el piano [hasta el último golpe inmaculada] adornaron con un cuchillo rojo la cabeza.

 

Hombre frente a playa con estola

         Esplendor la sombra que ha de cubrirlo todo: la lámpara de pie, la de buró y la irreparable; la mesa de noche, tan sola hoy con apenas la mitad de un vaso de agua; el tapete rebosante de cielos petrificados; la pared fotográfica donde sostienes, todavía, una playa no identificada entre los brazos.
Esplendor tus sombras en mi sombra

         :

                  las cortinas asmáticas en la espesura de la calle
                  la toalla que anudaba mis ojos a tu ombligo
         Esplendor la sombra larga de esta tregua, por la que el viento arrastra una estola con los labios.

 

Sicodélica bajo terapia

Extrañar es no reconstruirte en la memoria: saber que palpaba lo divino [sin conciencia] porque estabas ahí, tirado a los pies como la bóveda celeste que no vimos. El acto de desnudarme pierde fuerza pues tus ojos no van de la almohada hasta mis ganas, esas de ser círculo concéntrico a tu furia; resequedad plástica del caracol sobre mi vientre cuando partíamos sin la precaución de archivar tantos suspiros.
         A esta evocación, después, no sirve nada: ni la luz desparramada sin objeto de deseo; ni el donaire elegante que concede el sufrimiento.

 

Luis Aguilar es poeta, ensayista y traductor. Autor de múltiples libros de poesía. Ha ganado entre otros el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez (2006); el Premio Nuevo León de Literatura (2010); el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén (2010); el Premio UANL a las Artes, (2010); el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen, (2015); el Premio Nacional de Poesía Toluca (2015); y el Premio de Poesía Tamaulipas / Juan B. Tijerina (2016).