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Conjugación del silencio

Mariella Nigro
Poeta y ensayista Mariella Nigro, originaria de Montevideo, nos narra sobre el libro Cuaderno de las conjugaciones de su compatriota Jorge Arbeleche (Yaugurú, 2019) y lo define como una “peregrinación” al origen del verbo y del sentido.

 

 

Conjugación del silencio
Una lectura de Cuaderno de las conjugaciones de Jorge Arbeleche
Mariella Nigro

"Palabras de mar profundo
a cada instante suben a morir
por cientos, contaminados peces.

(…)

Quien las ama y acoge
¿las libra del silencio
que las pone entre olvido
y magia encarcelada?"

Ida Vitale

 

¿Qué sucede finalmente con las palabras para "quien las ama y acoge"?

Conjugar las palabras es para el poeta Jorge Arbeleche un ejercicio de amor y reflexión, fusión y ordenación de todo lo que ha escrito a lo largo de su vida, una "peregrinación" al origen del verbo y del sentido, como modo de recorrer, sin develar, todo su secreto caos y exhibir su elaborada armonía. Así, confiesa y celebra en este libro todas las palabras, las buscadas, las alcanzadas y las perdidas: "Amé todas las palabras. Las que llegaron al umbral exhaustas / las que quedaron detrás del alambrado (…) las que abrieron con su bramido el cauce del jazmín / que en blanca sangre se derrama."

Entre lo inteligible y lo sensible, y como deriva de la visión neoplatónica del alma, mediadora entre el nombre y la cosa, quien conoce los nombres, conoce las cosas, y quien ama los nombres, ama las cosas. "Amé las palabras", dice el poeta, asumiendo el reclamado oficio de librarlas del silencio…

Como Crátilo en el diálogo platoniano, que se pregunta por la correspondencia entre el nombre asignado a las cosas y el mundo nombrado, la mayéutica de Arbeleche –como la de Sócrates– va en busca del develamiento de la verdad en el nombrar, aunque no la alcance totalmente, como acontece en el diálogo, y como es propio de la poesía, por virtud de su ambigüedad, su incertidumbre, sus puertas entreabiertas.

El poeta se aboca a la tarea de conjugar "las palabras", "el uno y el mismo", "el pétalo", "el agua", "la fe", "el canto" (ello anuncian algunos títulos de los poemas), inspirando las escansiones tan caras al estilo arbelechiano, el alto endecasílabo, el canto y el ritmo, su consagrada melopea. Con excepción del texto "Conjugación de la avellana del sueño", en el que unos versos iniciales derraman en una prosa poética –como deriva diegética fatalmente impuesta por el recuerdo de la muerte del hermano del poeta–, la versificación ordena los textos, aun cuando en muchos de ellos se prescinda de puntuación y cesuras para lograr el discurrir rítmico de la rima blanca y de la idea.

Como en obra anterior, el viso espiritual de su poesía no inhibe una dimensión topológica que la signa y orienta: adelante/atrás ("Las cosas pasan sin saberlo (…) Pasan por detrás o por los lados, nos circundan." "El Aire (…) por delante, alegre, triste por detrás"). Y arriba/abajo: arriba, el elevado canto, contra la opacidad de lo de abajo, el sonido grotesco de la mundanidad: "sonido, barullo bastardo, ruido, / lodazal del miedo garganta ronca"; arriba, el pájaro "transforma el pedestal en rama", él "barrerá la escoria / que ansioso basural espera."

En particular, la dimensión del aire y de la altura es un núcleo temático en la poesía de Arbeleche (lo que también denotan algunos de sus títulos anteriores, como Alta noche, de 1979 y El aire sosegado, de 1989). En gran parte de su obra anterior, el poeta reflexiona desde ese lugar: "en la alta plenitud del círculo y la esfera"; "Las sílabas del Aire / Se agrupan crecen y se expanden"; "cuando quieren hablar las palabras se vuelven / aire alado." (Canto y contracanto, 2012). "Un poeta ciego los elevara desde la lucha oscura / al transparente verbo duradero" (Parecido a la noche, 2013).

En ese sentido, en Cuaderno de las conjugaciones se formula una sucesión progresiva y creciente de los conceptos aire-vuelo-canto-palabra, llegando a la apología del pájaro y la altura, con la metonimia del canto y su carga simbólica: "La copa del jardín más alta oculta… (…) la vocación de altura de la rama…" ("Conjugación de la fe"); "el mirlo canta / la rama donde se posa, canta (…) pájaro / canto" ("Conjugación del mirlo"); "La ley del pájaro cumplida."("Conjugación del polen").

"Conjugación del canto" es epílogo de la primera parte del libro, rematando el tópico del poeta: "Abierta queda la morada del canto".

Como ha destacado Rafael Courtoisie desde el prólogo del libro Canto y contracanto: "’Canto’ como celebración del milagro existencial, ‘contracanto’ como posibilidad de imprecación y negación, como patentización de la cara oscura de ese milagro." (Jorge Arbeleche: síntesis dialéctica). En todo caso, el canto, y por extensión, la poesía, es el más hermoso movimiento de palabras: "Amé la palabra final. La del principio. / Cuando el grito se disuelve en gemido. / Y el gemido escala hasta el pie de la palabra. / Detrás, / el canto." ("Conjugación de las palabras").

En la segunda parte del libro, además, luego de conjugar el canto en la altura, el poeta llega al "equilibrio", al "sueño más estable". De lo dionisíaco a lo apolíneo, como en la secuela mítica de Parecido a la noche o en la elegía de El guerrero (2005), el proceso poético se desarrolla "…desde el furor del día / hasta el blanco bostezo de los sueños", y se termina cuando la "línea divisoria" ilumina el nombrar: "es el triunfo del silencio / contra la algarabía".
De esa forma el poeta traza, una vez más, el amplio espacio de su alta poesía, conjugando todas las palabras con el silencio y la memoria.

 

Mariella Nigro nació en Montevideo en 1957. Poeta, ensayista, crítica literaria. Graduada en derecho y ciencias sociales. Autora de múltiples libros. Ha recibido varios premios por su trabajo poético, entre los que destacan el Premio Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay en 2002 y 2004, el premio de ensayo de arte inédito del M.E.C. (1998), así como el Premio Bartolomé Hidalgo 2011 que le fue otorgado en la 34° Feria del Libro de Montevideo.