Convocación de palabras. Tino Villanueva

tino-villanuevaLes ofrecemos los poemas del escritor estadounidense Tino Villanueva, una de las figuras principales del movimiento literario chicano. Los presentes poemas forman parte de sus poemarios Crónica de mis años peores, Primera causa / First Cause, Así habló Penélope y Scene from the Movie GIANT (Escena de la película“GIGANTE”), galardonado con el Premio American Book Award.

 

 

Convocación de palabras
Tino Villanueva

 

Escena de la película ‘Gigante’

Lo que llevo conmigo de 1956 es un instante en el Cine
Holiday, donde una breve escena, como en
un sueño, se convirtió en un distintivo de la película.  Hacia
el final aparece… la escena del café, que
proyecta un leve espectro de luz, inhóspito deseo

De verse a sí mismo una vez más, aunque a veces
no agrade ver las películas de antaño.  Empieza con un
tintineo de campanas y la verdad más evidente:
que la puerta de un café de carretera se abre y
se cierra cuando los Benedict (Rock Hudson y Elizabeth

Taylor), su hija Luz, y su nuera
Juana y su nieto Jordy la atraviesan, no sin dejar de ser
observados.  En realidad nada es un acto
de bondad a los ojos de Sarge, que es dueño de este
antro y la tiene tomada con Juana, de ojos oscuros, cansada

De tanto anhelo que conlleva el rechazo.
Las miradas de Juana, apenas habiendo entrado, y las de Sarge,
robusto y descontento desde detrás del mostrador, se cruzan
mientras el tiempo se detiene como el calor.  El silencio lo invade
todo, asumiendo el nombre de odio, y Juana

No puede soportar el pavor—la mirada oscura de Sarge
contra su piel.  De repente suenan las campanas otra vez.
Con el caminar silencioso y pesaroso, entran tres con aire
mexicano, a los que Sarge se niega a servir…
Esos gestos suyos, esas miradas que podrían matar

Se te clavan en el alma por mucho tiempo.  Una escena del
pasado me ha sorprendido en el acto de vivir:  incluso
a mí mismo no puedo más que repetirme con frases preocupadas,
sobre un papel, cómo sorporté la arrogancia de una brusca
voz teñida con los fuertes colores de la pantalla;
Cómo en un principio apenas experimenté nada que decir
y ahora me pregunto si alguna vez podré vivir lo bastante para contar
la historia posterior.  Recuerdo esto y me recuerdo a mí mismo
atrapado en una butaca del final — soy una débil luz parpadeante,
indefensa, un lugareño insignificante de catorce años.

Traducción de Rafael Cabañas Alamán

 

Cuento del cronista

He dicho,
por ejemplo:  umbral, memoria, cerrazón,
zonas de orfandad, silencio, respirar.
El secreto, sin embargo,
está en habitar otras palabras,
en verlo todo a un tiempo y me desvelo.

Vigila por mí, Tlacuilo venerable,
ayúdame a ser fiel a mi linaje, las fechas
castigadas por el sol y lavadas por la sombra.
Bendíceme, dile a tus dioses que oren por mí.
Prefiero no olvidar
la sucesión de sueños rotos, pues sería
igual que querer quemar la historia.
Instrúyeme, escribano y dibujante,
dame luz y poderío a fin de rescatar
las ruinas de la patria y el orden natural
del tiempo derrumbado.
Dale a mis retables equilibrio,
la medida igual de los colores más constantes
para que ardan de verdad.

Tú también, desflechado peregrino castellano,
Álvar Núnez Cabeza de Vaca, maldito explorador
de nombre imaginista,
enséñame a entender el alfabeto ahora
y por encima de estas huellas ofrecidas.
Enséñame a salvarme de aquéllos que con
mano airada separaron la esperanza germinal
de mi inicial suspiro e hicieron los días naufragar.
Casi-indígena bilingüe por la vertiente
de Texaztlán a la deriva, haz que las aguas
de un río que vadeaste batan mi memoria,
que mi tierra resuene letra a letra debajo
de mi puño, pues es severa y desesperadamente
preciso recitar estas costumbres.

Me pongo a pensar y digo: Ayer is viejo
como un nombre que no deja de decir su historia.
Tlacuilo, Núñez Cabeza de Vaca,
conmigo estáis reconciliados oyendo
esta impaciencia, este diario acto de vivir.

 

Nota

"Cuento del cronista": Los Tlacuilos eran escribanos aztecas que cumplían la tarea de cronistas encargados de los códices.  Texaztlán, neologismo compuesto de Texas, estado en el sudoeste de los EUA, y Aztlán, voz náhuatl que se refiere a la "tierra hacia el norte", o sea el territorio mítico de los aztecas supuestamente ubicado en el sudoeste de la Unión norteamericana.  Según Rémi Siméon, Aztlán es el "lugar ocupado por los aztecas en sus orígenes, cuyo emplazamiento, objeto de numerosas búsquedas, sigue ignorado.  Generalmente se le localiza al norte del golfo de California" (Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana.  París:  Imprimérie Nationale, 1885, edición Siglo Veintiuno, México, 1981, p. 51).

 

Imaginé un papel

Imaginé un papel — presencia blanca
de fiel contraste a la vida,
porque la vida brota,
cumple su rito de calma o tormenta
y de repente es indeleble.

De verdad era un papel, lo tuve
entre las manos:  blanco-papel-todo-blanco,
su blancor total era inasible—
alta razón de la materia que más que nada
pide la vital coloración de lo que existe
y ha existido.

Era de noche y pude más,
y menos detenerme.  Miré y admiré
y me acerqué al inmenso mar más ancho
de lo blanco.  Esbocé unas palabras
sobre la imprimatura blanca:  blanco mineral.
Papel blanco.

En el principio era un papel;
y sobre el papel una memoria,
y la memoria se hizo verbo—
lo que se olvida y luego retorna,
lo que siempre ha sido mío y nunca acaba,
que cuando acaba, acaba siendo lo que escribo.

Traducción de Lisa Horowitz.

 

Así habló Penélope

He aquí el palacio donde he aprendido a sobrevivir;
donde hace dos años abracé a Odiseo,
fornido hijo de Laertes, por última vez—
un largo abrazo que bastó
para aunar nuestros latidos antes de su partida a Troya.

He aquí el palacio donde deambulo
por los pasillos, un mundo de piedra y madera que es el mío.
He aquí la estancia donde trabajo la lana,
y me hablo en alto;
donde aún despierta doy vueltas y vueltas,
donde en medio de la noche voy y vengo,
mientras una vez más me convenzo
de que la terrena idea del amor sigue siendo la sangre viva que
                    [me ronda el cuerpo.

He aquí el palacio donde porto la corona de la fidelidad;
donde el sonido del mar es aquél con que pienso.
Por tanto, si de pie, junto a la ventana, ver siempre deseo
la silueta de un barco que a mí viene,
qué ha de ser sino mi amor,
y la pasión por Odiseo que acrecienta el tiempo,
por mi astuto marido que piensa lo mismo, y a quien espero.

Así habló Penélope al despertar esta mañana,
cuando el dorado paño del alba ascendía
desde el mar.

Traducción de Nuria Brufau Alvira.

 

Convocación de palabras

Yo no era mío todavía.
Era 1960…
y lo recuerdo bien
porque equivocaba a diario
el sentido de los párrafos;
en la umbría de una tarde
enmugrecida con aire desvalido
asistía a la vergüenza
de no entender del todo
lo que el televisor
estaba resonando en blanquinegro.
Desharás, me dije,
las sanciones en tu contra.
Irresoluto adolescente,
recién graduado
y tardío para todo,
disciplinado a no aprender nada,
harás por ti
lo que no pudo el salon de clase.
Ésta será tu fe:

Infraction
bedlam
ambiguous.
Las convoqué
en el altar de mi deseo,
llevándolas por necesidad
a la memoria.
En la fecundidad de un instante
me fui multiplicando:
affable
prerogative
egregious.
Cada vez tras otra
asimilé su historia,
lo que equivale a rescatar

lo que era mío:
priggish
eschew
impecunious.
Porque las hice doctrina
repetida horariamente,
de súbito
yo ya no era el mismo de antes:
assiduous
faux pas
suffragette.

Ahora desciendo inagotablemente
de ellas;  son
mi hereditaria ofrenda,
huellas de sangre vivida
sobre el papel constante:
exhume
querimonious
kibitzer.

Tenaz oficio
el de crearme en mi propia imagen
cada vez con cada una al pronunciarla:
postprandial
subsequently
y de escribir por fin con voluntad
las catorce letras de mi nombre
y por encima
la palabra
libertad.

 

Dejar de recordar no puedo

Estás aquí, veraz memoria,
como una vida venida por el viento,
como una sola fecha
traída por el tiempo
de aquella no tan turbia lejanía
de días arrasados.

Paso a paso, hacia atrás
desando en largas soñaciones
la tribulación
y su verdad tangible,
porque dejar de recorder no puedo,
oh no en este día,
que fui lo que me habían dicho,
que a la sombra de otros
fui creciendo
con la nonada contumaz de fondo.

Recuerdo, luego soy…
y acaso ahora no sea suficiente
esta ascensión
de certidumbre en las palabras
para contar mi rascuache y novelesca
primera condición,
para trazar los principios
de mi anhelo de vivir.

Sin otra libertad
más que esta hombría
de ser y de hacerme a mi medida,
yo me bautizo
en el nombre de todo lo vivido
y pongo mi vida por delante,
porque la duda ha sido mi mejor ceremonia,
porque salvado estoy sabiendo que me tengo.

 

Tino Villanueva nació en 1941 en Texas. Poeta, narrador, editor, una de las figuras principales del movimiento literario chicano. Autor de varios libros de poesía. Su poemario Scene from the Movie GIANT (1993) fue galardonado con el Premio American Book Award. Ha trabajado como profesor en la Universidad de Boston y en el colegio Wellesley College. Fue editor de  la revista Imagine: International Chicano Poetry Journal y de la antología Chicanos: Antología Histórica y Literaria (1980).