leyva-2020

Presentación La Otra 155

El Blanco Móvil de la cultura
Apoyemos un proyecto editorial en peligro de extinción
Viva la lucha de las ciudadanas, viva la lucha ciudadana
José Angel Leyva
leyvaVivimos un momento crucial en la historia de nuestro país, México. Los ánimos y las posiciones políticas “ideológicas” se polarizan y se confunden luchas y principios. El espacio más vulnerable es la cultura, no sólo las bellas artes y la creación estética, sino todos los niveles de la convivencia, el espacio público y las manifestaciones identitarias. El sentido del humor se desvanece y se crispan los sentidos. Los ánimos de revancha se ejecutan y pagamos tirios por troyanos.

 

Criticar o manifestar diferencias desde la izquierda no lo salva a uno de la lluvia lapidaria y de los calificativos o descalificativos. El poder ya no es criticable sin correr el riesgo de parecer neoliberal, derechista, antilopezobradorista, traidor, oportunista, banal o de plano prianista, cuando hemos sido largamente críticos del viejo PRI y del prianismo en todas sus existencias. Muchos de nuestros antes ácidos paladines de la caricaturización y la parodia hoy actúan como, y son, comisarios de una moral y de una verdad sin cortapizas. El lema es creer, no pensar, que para eso están los que piensan y deciden.

Muchos de los que presentamos libros al Fondo de Cultura Económica durante el régimen priista, sin conocer siquiera a sus directivos, haciendo que nuestras obras se defendieran solas, y se enfrentaran a los rigurosos dictámenes de contenido y de evaluación editorial, han sido detenidos o plenamente desechados por los pacos, Francisco Pérez Arce o Paco Ignacio Taibo II con todo y contratos firmados. En verdad el poder es genital, las ganas de violar acuerdos, normas y leyes si le toca a uno la mala suerte de no ser amigo o pese a ser conocido de las nuevas autoridades. Meterla doblada a quienes no están en el círculo de los acuerdos y las complicidades. Ya no tengo esperanza, ni siquiera la ilusión de ser autor del Fondo de Cultura Económica. Me quedaré con mi contrato firmado, con la sensación de haber pagado mi cuota de certeza de que no estaríamos mal porque no estaríamos peor, con la corazonada de que en el ámbito de la cultura el sacrificio sí sería mayor y no sólo perderían privilegios quienes gozaron de éstos en el pasado, sino también los que nunca los tuvieron, porque emergería una casta de incondicionales con el dedo flamígero, cuya leyenda es y será, si no estás conmigo estás contra mi.

Recuerdo a un compañero intelectual de la vieja guardia izquierdista que me recordaban siempre, cuando yo manifestaba mi visión crítica de la praxis “revolucionaria”. “La ropa sucia se lava en casa”, pero sucedía que nunca se lavaba.  Como millones, me emocioné hasta las lágrimas con la derrota del viejo régimen. No creo que se vaya a dar por decreto una transformación radical de nuestra sociedad, que sea en realidad un cambio de régimen, un antes y un después como lo fueron los otros grandes movimientos históricos que dejaron una mortandad a su paso, porque ya nos dejaron centenas de asesinatos los viejos gobiernos. Esperamos, eso sí, la recuperación del tejido social y cultural tan vulnerado, la lucha contra la corrupción, no sólo de las grandes cúpulas sino del gobierno y su burocracia, de la mismísima sociedad, la consolidación de instituciones judiciales, la credibilidad en las leyes, la confianza en nosotros como pueblo, la estimación de la educación no como oportunidad sino como obligación ciudadana, porque construir, forjar ciudadanía será y es la mayor contribución a este lacerado concepto de nación sobre bases de orgullo y dignidad distintas a las aprendidas en un sistema de conveniencias y chanchullos. Pero ser ciudadano, respetar la ciudadanía, es asumir que millones de personas disienten, piensan, opinan, creen de distintas maneras; que la individualidad fundada en la noción del otro es el principio de la comunidad, como dijera Benito Juárez, que tanto enarbola este nuevo gobierno: entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.

Millones seguiremos confiando en que algo bueno vino con este giro electoral y seguirá sucediendo, millones opinaremos en muchas cosas de manera distinta, y millones sufriremos la exclusión y el estigma por parte de quienes alguna vez fueron símbolos de la rebeldía y de la oposición y ahora encarnan el despotismo ilustrado y el revanchismo, muy al estilo del “haiga sido como haiga sido”, y se intente imponernos el vegetarianismo y el canibalismo cultural a la vez, y se nos cuelguen sambenitos por no asentir y defender cuanta iniciativa venga del Ejecutivo o del Legislativo morenista, porque no estamos ni estaremos con la derecha, sólo con nuestra conciencia y nuestro propio pensamiento, como corresponde a todo ciudadano que se precie de serlo. Podemos no ser autores del Fondo de Cultura Económica, pero reconoceremos en Taibo II a un escritor exitoso y a un agitador y promotor de la lectura como pocos, podemos continuar escribiendo sin becas porque nunca las tuvimos, y podremos mantener nuestra convicción de que no podemos estar más mal que antes, de que no podemos regresar al pasado, aunque haya gestos y acciones que nos ofenden por su semejanza jurásica.

Lo mejor de este país está en su cultura, y no sólo en su cultura de corte antropológico, étnico, sino en la cultura como ese gran sustrato histórico, intelectual,  creativo, multilinguístico, multiétnico, etcétera. Ese gran tejido en el que están hombres y mujeres que ni lucharon ni pensaron en una patria de machos ni de hembras sino de ciudadanos libres y pensantes. Una figura extraordinaria como Sor Juana Inés de la Cruz lo es porque supo confrontar a la moral y a las limitaciones patriarcales y conceptuales de su época, porque supo defender su individualidad ante un régimen autoritario que pretendía negarle su capacidad pensar por sí misma. Ojalá estas iniciativas de un sector vulnerado del país y de la historia, como son las mujeres mexicanas y latinoamericanas, encuentren más y más reconocimiento en una lucha no sólo por sus derechos civiles sino por algo muy básico, el respeto a la vida. La impunidad y la displicencia ante hechos cotidianos de violencia contra la mujer, por la simple razón de ser mujer, no pueden ni deben permanecer inalterables. No se puede concebir una transformación si no hay un cambio de mentalidades y de acciones en la propia sociedad que garantice la seguridad y el respeto a sus ciudadanas.

blanco-movilLa situación de numerosos proyectos culturales quedan al desamparo ante una visión equívoca de supuestos privilegios y de responder a concepciones decorativas de la cultura. La revista Blanco Móvil, dirigida por Eduardo Mosches, es uno de esos empeños culturales y de difusión de la literatura nacional e internacional, que se ha mantenido a flote durante casi 35 años, a pesar de las turbulencias y los avatares de las políticas culturales en este país. Blanco Móvil ha sido un espacio inapreciable para artistas visuales, poetas, ensayistas, narradores y sobre lectores. Un esfuerzo modesto para un país de más de 100 millones de habitantes, pero significativo por su valor simbólico y su ejemplo de perseverancia. Blanco Móvil es uno de esas iniciativas independientes que pretenden demostrarnos el valor del pensamiento y el arte. Desafortunadamente el tiempo y las circunstancias actuales castigan su permanencia y amenazan con desaparecerla, no obstante su ya longeva existencia.

Desde aquí, desde este foro de una revista hermana, convocamos a todos los lectores a que nos sumemos con nuestra solidaridad y hagamos nuestro aporte económico para darle oxígeno editorial a esta publicación literaria.
Para hacer tales contribuciones dejamos aquí los datos:

Banco Nacional de México (City-Banamex) # cuenta:
0045 4963 572
De Letras y Creadores A.C.