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“La dimensión sin tiempo”. Iliana Godoy

iliana-godoyPublicamos una primicia del libro, “Venado azul. Wirikuta”, que será presentado en la FIL de Guadalajara el 5 de diciembre, con el sello El Ermitaño, colección Minimalia.

 

 

 

DEL LIBRO “VENADO AZUL. WIRICUTA”, DE MIIMALIA, LIBROS DEL ERMITAÑO.

Primicia.

 

LA DIMENSIÓN SIN TIEMPO
Iliana Godoy Patiño

La luna llena desnuda el paraje, sensibiliza la piel azul de las cactáceas, estremecidas por el viento helado. Cardenches de filigrana tejen un espejismo de flores amarillas, mariposas en proceso de volar hasta volverse invisibles. Soy la espectadora privilegiada de este museo de esculturas vivas. Veo su luz interior. Camino con cuidado, para no interrumpir el monólogo de pliegues minerales que presiente mis pasos y retrae su flujo acuamarino. Un abanico vegetal se presenta frente a mí, obstruyéndome el paso, como si me dijera con su plenitud –vas demasiado aprisa, aquí cada todos los vivos somos infinitos y cambiamos a cada instante, ¿no te habías dado cuenta? Era tan alto como las yucas, coronado por simétricos conos de vainas rojas; el plenilunio en lo más alto regía su lento fluir de savia. Adelanté mi brazo izquierdo hacia aquella arpa silenciosa, toda ofrenda, para compartirle mi corazón ardiente a su piel fría.

Su tintineo finísimo estuvo a punto de cantarme al oído. Todo mi ser captó la vibración imperceptible. La música estelar de su metabolismo denso se tradujo en perfume de nardos y su fuga aún perdura en un eco lejano.
Al llegar a lo alto de una suave meseta se abrió para mí el cielo, como si la bóveda celeste custodiase un abismo que de pronto asomara insondable. Esa profundidad astral produce vértigo. Era la noche de luna llena. Se encrespaban nubes blancas, expandiendo espirales de conjuro alrededor del camafeo donde gira el conejo inmermorial. Un torbellino de auras.

La perla lunar desliza su saliva nacarada entre labios de oleaje detenido. Es la cresta de espuma que nunca se desploma, la cúspide en suspenso, que eternamente se despide, el horror de lo absorto en su infinita ficción.
El imposible “para siempre” que nos desvela y hurta el presente a cambio de su espejismo. Es el anhelo insoportable que sólo el intento puede colapsar.

Esas fauces luminosas son capaces de absorber el universo y clavar la conciencia como un dije, petrificado al centro de la noche.

-Me da miedo este cielo –murmuré, sabiendo que no podía apartarme de la visión.

-Vámonos – dijo la voz- sacudiendo mi parálisis.